jueves, 7 de agosto de 2008

BeSTiaRio

Y es entonces cuando comienzan a ebullir todo tipo de testimonios fermentados por la rabia que da escuchar un discurso tan sincero. Empiezan a brotar de bocas ubicadas en caras llenas de cicatrices causadas por esta “perra vida”.

_ ¿Y no has pensado en montarte tu propio negocio?

_ No. Apenas los últimos cinco años.

_ ¿Y porqué no montas una asesoría?

_ Sencillamente es un trabajo que no me entusiasma nada en absoluto_ repliqué.

_ ¿Y que es lo que te gusta?

_ No lo sé. Tan sólo llevo cinco años pensándolo. Sé que será una actividad extraña. O relacionada con Internet. O ambas cosas.

Pero esto no es lo peor que te puede decir alguien perteneciente a la fauna de los subyugados a la que muy pronto perteneceré (o no). Siempre se escuchan opiniones de aquellos iluminados adelantados a su tiempo que ven las cosas como realmente son y no como las ven los demás. Este tipo de lumbreras suelen darte el elixir de la auténtica verdad destilada y concentrada en un pequeño grupo de fonemas con cierta coherencia entre sí.

La madre del cordero.

La gran frase que ha marcado toda mi vida.

BAJA DE LA NUBE

Por increíble que parezca, esta gente intenta dos cosas claramente diferenciadas:

Lo primero y más obvio intentan quedar por encima de ti. Pretenden hacerte creer que ellos tienen ahora una visión más realista que la tuya; pensamiento que implica que piensan que en algún momento de sus vidas han sido como tú (pobres imbéciles).

Segundo: intentan darte a entender que el estilo de vida existente es el correcto y el mejor, al que incuestionablemente has de entregar tu vida: acumular patrimonio, consumir y morir. Pretenden hacerme creer que esta vida en la que todo el mundo suscribe una hipoteca para luego quejarse de que ha subido el euribor; este infecto mundo en el que la única utilidad de estudiar y formarse es llegar a comprender perfectamente que no sirve para nada; este f****** World en el que las parejitas de novios escriben con negrita su número de cuenta bancaria en la invitación a su feliz enlace matrimonial, en el cual has de comer y beber hasta reventar mientras la gente se sigue muriendo de hambre; en este puñetero mundo de minifaldas de nata montada; de café copa y puro (pero no marihuana); de sota caballo y rey, en este pequeño mundo occidental actual se vive mejor que de cualquier otra forma.

_ ¿Y qué vamos a hacer entonces: irnos a vivir al monte? ¿Separados de todo?

Pregunta completamente surrealista a la que me he tenido que enfrentar mucho últimamente.

Esta gente no concibe otro tipo de realidad. Posiblemente porque están tan inmiscuídos en sus pequeñas vidas de abeja obrera que no tienen ni tiempo para pensar (no hay mejor alienación que la falta de tiempo). Afortunadamente yo sí tengo tiempo y siempre me ha gustado pensar (soy un chico introspectivo).

De todos modos respondo siempre igual a la pregunta con toda la calma que puedo reunir para acelerar más todavía al que tengo delante:

_ ¿Y qué nos lo impide?

Aquí el contertulio de turno suele cambiar de gesto, si no lo había hacho antes. Empiezan a ponerse justo donde yo les quería, yo sigo manteniendo la calma sin embargo ellos comienzan a emitir monosílabos extraños y frases sin terminar. Parece que hay un fallo en sistema operativo. Les he petao el güindous. Me encanta. Lo he logrado. En mi cabeza suena la parte más dulce de Blue Sunday de the Doors con una reverb exageradísima. Son momentos memorables.

Hay algunos que durante ese proceso de descuadre mental una de las frases inacabadas que dicen es “joé es que si todo el mundo pensara como tú…”

A ver si a alguno se le ocurre una forma coherente de acabar la frase. A mí se me ocurre sólo una:

TODOS SERÍAMOS MÁS LIBRES.